«¡El gordo es mío!»
Eres la verdadera arma de la confusión. No comprendo por qué te envuelves en falsos y estrictos estereotipos de la delgadez y de la belleza, que rayan lo enfermizo. Hoy cambias sorprendentemente por completo de parecer, y anhelas en decir: « ¡Estoy gordo!» « ¡Tengo el gordo!» « ¡El gordo es mío!». Nunca miraste con tanto énfasis y tanta belleza