Más que tus «golpes»; tus caricias y tu afecto, se han colado en mi corazón
Aquí me ves, apeándome del lecho que anoche cobijó mi alma con la tuya, desnuda por tanta ternura imprevista. Con el cuerpo y la mente descansada, después de haber encajado abrazada a ti una gratificante paliza en el ring de los sueños, me incorporo de nuevo al pugilato que comienza a la aurora. Ahora, un sólo pensamiento planea por mi