En el paraíso de mi corazón
A pesar de que me encuentro a trescientos metros de ti, tú, me embelesas con la calidad humana tan espontánea que posees a la hora de relacionarte con las demás personas, allá en dónde quiera que estés. Entretanto yo, experimento en mi mente la sensación más placentera de hallarme muy cerca de tus brazos. Miro atentamente como te sumerges en el agua cristalina de nuestro charco de estrellas, e incluso siento que tu respiración alcanza a mis oídos y los hace enternecer de tanto amor. Es entonces cuando me invitas a que me encuentre contigo en el paraíso terrenal, nuestro Edén, bajo el agua. El jardín de las delicias adonde nos alejamos los dos a la más mínima ocasión que surge, y desde donde nadie, ni nada, puede invitarnos a dejar de cuidar el amor más idílico que jamás ninguna otra persona podrá entregarnos. Tanto tú como también yo somos plenamente consciente que en ciertas ocasiones la distancia no nos pone fácil el hecho de sentir el calor de tu cuerpo, sin embargo, de lo que nunca me podrá despojar la lejanía es de contemplarte en el paraíso de mi corazón.
Me quedaré para siempre en nuestro paraíso terrenal, nuestro edén; aquel charco de estrellas que seduce al amor de mi corazón por ti. ¡Paraíso, paraíso!