Danzo y deserto de la seriedad
Danzo entre el amanecer y deserto de toda aquella responsabilidad que me invita a permanecer seria, y a no perder el juicio ante la alegría. Ignoro al vecino que atónito me vigila curioso, igual que anoche escudriñó a las estrellas como en mi nombre pintaban el tuyo en el cielo. No entrego a nadie ningún tipo de autoridad para que me obstaculice el permanecer contenta. Bailo a primera luz del día a la velocidad del afecto que tú jubiloso vienes a regalarme. No hay un ser en la tierra con la capacidad suficiente de dominio que pueda lograr separarme de la alegría, que danza libre y armoniosa en mi interior, cuando tú, te hallas cerca.
Bailoteo, entretanto, te ruego que huyamos los dos de la falta de energía que crecerá en nuestras vidas si no bailamos contentos y agradecidos por este afecto cómplice que nos cobija; el tuyo y el mío. De la misma manera que el sol participa cómplice del brillo de las estrellas y autoras de trazar anoche tu nombre en el cielo.