Hechos evidentes también, hechos excepcionales
Cada día dedicas tiempo en ocuparte y pensar cuantas cosas has de hacer. Te parece tan obvio el hecho de prepararte el desayuno, el ruido de los coches y de la gente por la calle, caminar y correr de casa al trabajo para finalizar los temas que quedaron pendientes, y también, al sonreír como un niño sorprendido por las gracias de un adulto. También así, vives el hecho de hablar, del mismo modo que los pájaros cuando se expresan cantando, o en tus viajes a algún lugar de descanso como las aves en la época que emigran. Tanto amor el tuyo que atesoras para ofrecer con toda la diversidad emocional que te caracteriza, que sólo, cuando todo lo habitual toca a su fin, comienzas a ser consciente de que los hechos más evidentes son los más esenciales para no caer en la ignorancia y en la desidia de la vida.
Ahora que tu mirada por la vida se ha transformado, el ruido, caminar, correr, sonreír, hablar, viajar y querer, resulta que se revelan en hechos totalmente excepcionales.