Velocidad
Siempre has querido tener entre tus manos los mandos del vehículo más veloz de todos los tiempos, sin que ni siquiera te hayas detenido a mirar hacia dónde conduces tu propio destino. Detente en ti. Contempla el potencial que sólo tú emanas. Entonces comprobarás lo innecesario que supone anhelar un montón de metal. Tu corazón es el motor más potente. Además, en conjunto con tu cabeza, es el depósito de combustible por el cual se aceleran las emociones.
Del mismo modo que en cualquier autovía y autopista tú también encontrarás multitud de baches y contratiempos, sin embargo, es ahí donde te cercioraras de la potencia real del vehículo que portas. Tu corazón es capaz y fuerte para amortiguar cualquier tipo de bache, y también para superar cualquier efecto que vaya a perjudicarte al tiempo que andas.
Solo tú posees la herramienta de la constancia y la certeza para desajustar el mecanismo de superación y crecimiento personal a la hora de labrar tu camino. Si lo pones en marcha cada día, no conocerás ningún tipo de averías ni desperfectos.
Es tan perfecta la máquina que sostienes en ti, que no habrá ni el más mínimo contratiempo que tenga la capacidad de destruir tu instinto de superación y de supervivencia.
Entonces ahora, pilotas el vehículo más veloz de todos los tiempos.