No dices lo que haces; no haces lo que dices…
Qué paradójico es el comportamiento del ser humano. Nos pasamos la vida compartiendo frases, pensamientos, estados anímicos, cánticos, y sin embargo, paradójicamente no practicamos luego en nosotros cada uno de los pensamientos, y estados vitales que propagamos igual que el aire al viento.
Paradójicamente, contradecimos lo que decimos y lo que hacemos. A pesar de que nos pasamos la vida diciendo; -“la vida son dos días” “sólo se vive una vez” “es mejor ayudar, que ser ayudado” “la vida compartida se vive mejor”… Bla, bla, bla… Tenemos un comportamiento que no acompaña a lo que vivimos, y realmente es una pena, pues de poner todo ello en práctica, sería mucho más enriquecedor, que no estar intentando zancadillear a nadie, mirar sólo por uno mismo mejor que compartir con otros, vivir creyendo controlar cada parte de la vida… Hechos que paradójicamente practicamos a diario, a pesar de la consciencia del enorme error al que avivamos.
Es difícil afrontar y propagar las maneras para vivir, si antes no hemos creído en primera persona lo que proclamamos y compartimos.
Transmitir lo practicado en primera persona, es una experiencia vivida, que bien valdrá ser compartida, pues la experiencia de lo vivido, es un hecho tangible.