La irá hará seamos un mundo ciego
«Ojo por ojo, y el mundo acabará ciego.»
– Mahatma Gandhi. –
¡Cuánta verdad guardan estas palabras…!
Aunque sólo utilice el sentido de la vista para comparación de cómo sería el resultado final ante nuestras actuaciones.
Ya que, al fin y al cabo, el mundo ¿Quién es? ¿De quiénes dependen las cosas?
Humildemente, somos y dependen no más que de nosotros, en exclusividad.
Lo primero que me pasa por la cabeza de forma inconsciente al leer o escuchar la frase, está en la de una actitud vengativa, negativa, deseos de revancha…
Por supuesto a nadie nos gusta nos hagan una faena y dar oportunidad vuelvan a repetírnosla. Sino por la misma persona, sí por otra persona diferente, situación, etcétera…
No es lo normal o lo que debería ocurrir, pero son tantas las cosas que nos ocurren a diario, que por momentos siento como si nos estuviésemos habituando a tratar a los demás desde una postura a la defensiva, con una coraza. Por miedo o por el hecho de que nos han hecho, pasado anteriormente por alguna mala pasada, a la que nos que cuesta asociar, eso de ojo por ojo, a un gesto positivo.
Parece como que si nos viésemos en la obligación de estar compitiendo desde que da comienzo el día; para llegar a ser siempre los primeros, los «poderosos/as» en todo aquello que hacemos y decimos, cueste lo que nos cueste; llevándonos por delante a quien sea, y cómo sea. Aún para eso tengamos que pensar egoístamente.
Sólo por eso, por ser únicamente los primeros de alguna estadística, registro, papelerío.
Sin pensar en la satisfacción que también da ser segunda, quinta. No el 1 es lo único.
Al final, ¿qué poco me importa donde quede clasificada si el sentimiento de alegría, trato, afecto y satisfacción no existe en mí ni en mi relación con los demás? ¿Qué será de ése tiempo que he perdido haciendo daño, atropellando, etcétera, etcétera?
Con lo fácil y gratificante que es haber dedicado el mismo tiempo hacer lo contrario… Un resultado diferente, pero no violento.
Son tantas las barbaries que a diario ocurren en el mundo, que a pesar puede parecer una parodia, la vida y el mundo está en el fondo lleno de más vitalidad y energía, que de esas mismas que pasan desagradables. Por lo menos quisiera pensar no hemos perdido la inteligencia y serenidad para cómo tratamos al mundo en general, y como nos relacionamos unos y otros.
Por supuesto, que con esto no quiero ni pretendo confundir el ser conformista con luchar por lo que se desea.
Ya que aunque no esté bien salga de mí, o parezca contradictorio, me considero inconformista. Indudablemente. Sin derecho ninguno con dañar a nadie, ni sobrepasarle para lograr lo que quiero.
Para conseguirlo y sin que suene a palabrería, pondré todo el empeño, esfuerzo, e ímpetu necesario, sin contrarestar una cosa con otra. Pues conformarme con lo que ya tengo, es no «avanzar«, y en la vida hay que avanzar y avanzar. No sea por no intentarlo.
Como suele decirse: No es cuando se llega, sino, cómo se llega. Y añado, – con una sonrisa o pegando zancadillas…- 😉